jueves, 6 de diciembre de 2012

Bob Dylan no está allí

Comentario sobre el filme I’m not there de Todd Haynes


Christian Bale, Cate Blanchet, Marcus Carl Franklin, Richard Gere, Heath Ledger y Ben Whishaw dan accionar todos a un mismo personaje: Robert Allen Zimmerman, es decir, Bob Dylan. Pero es que también, en la película, Bob Dylan es a la vez Arthur Rimbaud, Woody Guthrie, Jack Rollins, casi Allen Ginsberg y hasta un “Billy the Kid” redimido. I’m not there, película dirigida magistralmente por Todd Haynes, comienza y termina mostrando escenas mortuorias en las que un imaginario Bob Dylan yace (prófugo, profeta, poeta) rememorando el accidente en motocicleta que el músico sufriera en 1968, y atraviesa un simbólico túnel que conduce a la calle donde están juntos todos los explotados por la desigualdad social: la clase trabajadora, los afrodescendientes, los indigentes, los artistas y los travestis. Luego vemos al joven onceañero Woody Guthrie (el niño actor Marcus Franklin), precoz y accidentado, en realidad precursor de la canción popular negra de protesta (el estuche de su guitarra reza “esta máquina mata facistas”) quien es una gran influencia para el trovador Bob Dylan. Allí aparece en persona el cantante Richie Havens (lo recordamos de Woodstock por su canción Freedom) como el viejo Arvin, cantando junto con el personaje de Guthrie. Así aparece también, desaliñado y somnoliento, enfrentando un extraño interrogatorio, el poeta maldito y simbolista Arthur Rimbaud (actuado por Ben Whishaw). I’m not there se convierte incluso en una especie de documental ficcionado sobre la historia de la música de protesta estadounidense, en el cual destaca Jack Rollins, el “trovador de la consciencia” (personificado por Christian Bale). Asímismo El actor Robbie Clark (actuado por Heath Ledger) y su esposa también se hacen presentes en la historia, mostrando el impacto de la guerra de Vietnam en la sociedad a todos los niveles, y bajo el mismo concepto vemos igualmente a William “Billy the Kid” (interpretado por Richard Gere) sufriendo los conflictos sociales generados por el guerrerismo de su gobierno, y hasta a su perro Henry lo pierde. Así, el filme va superponiendo diferentes tramas cuya única conexión metafórica es la relación que guardan los sucesos histórico-ficcionados con la vida y obra de Bob Dylan, quien en la ficción es llamado Jude Quinn y al cual la actriz Cate Blanchett personifica con desbordante talento actoral. Un discurso cinematográfico nada común, sin ninguna linealidad anticuada, sin seguir lógica, pero mostrando de todas maneras la historia de una artista que abandona los tradicionalismos y hace de su música vanguardia difícil e invalorable, más que música de protesta, poesía ácida de la mano de la generación beat y su Allen Ginsberg.


(Publicado originalmente en ¿al vacío...? Número 15, febrero de 2010)