Christian Bale, Cate Blanchet, Marcus Carl
Franklin, Richard Gere, Heath Ledger y Ben Whishaw dan accionar todos a un
mismo personaje: Robert Allen Zimmerman, es decir, Bob Dylan. Pero es que
también, en la película, Bob Dylan es a la vez Arthur Rimbaud, Woody Guthrie, Jack
Rollins, casi Allen Ginsberg y hasta un “Billy the Kid” redimido. I’m not there, película dirigida
magistralmente por Todd Haynes, comienza y termina mostrando escenas mortuorias
en las que un imaginario Bob Dylan yace (prófugo, profeta, poeta) rememorando
el accidente en motocicleta que el músico sufriera en 1968, y atraviesa un simbólico
túnel que conduce a la calle donde están juntos todos los explotados por la
desigualdad social: la clase trabajadora, los afrodescendientes, los indigentes,
los artistas y los travestis. Luego vemos al joven onceañero Woody Guthrie (el
niño actor Marcus Franklin), precoz y accidentado, en realidad precursor de la
canción popular negra de protesta (el estuche de su guitarra reza “esta máquina
mata facistas”) quien es una gran influencia para el trovador Bob Dylan. Allí
aparece en persona el cantante Richie Havens (lo recordamos de Woodstock por su
canción Freedom) como el viejo Arvin,
cantando junto con el personaje de Guthrie. Así aparece también, desaliñado y
somnoliento, enfrentando un extraño interrogatorio, el poeta maldito y simbolista
Arthur Rimbaud (actuado por Ben Whishaw). I’m
not there se convierte incluso en una especie de documental ficcionado sobre
la historia de la música de protesta estadounidense, en el cual destaca Jack
Rollins, el “trovador de la consciencia” (personificado por Christian Bale). Asímismo
El actor Robbie Clark (actuado por Heath Ledger) y su esposa también se hacen
presentes en la historia, mostrando el impacto de la guerra de Vietnam en la
sociedad a todos los niveles, y bajo el mismo concepto vemos igualmente a
William “Billy the Kid” (interpretado por Richard Gere) sufriendo los conflictos
sociales generados por el guerrerismo de su gobierno, y hasta a su perro Henry
lo pierde. Así, el filme va superponiendo diferentes tramas cuya única conexión
metafórica es la relación que guardan los sucesos histórico-ficcionados con la
vida y obra de Bob Dylan, quien en la ficción es llamado Jude Quinn y al cual la
actriz Cate Blanchett personifica con desbordante talento actoral. Un discurso
cinematográfico nada común, sin ninguna linealidad anticuada, sin seguir
lógica, pero mostrando de todas maneras la historia de una artista que abandona
los tradicionalismos y hace de su música vanguardia difícil e invalorable, más
que música de protesta, poesía ácida de la mano de la generación beat y su
Allen Ginsberg.
(Publicado originalmente en ¿al vacío...? Número 15, febrero de 2010)
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